Los antibióticos, tal y como te hemos explicado en otras ocasiones, son fármacos o medicamentos que combaten las infecciones que son causadas por bacterias. Esto significa que los antibióticos son útiles frente a infecciones bacterianas, pero como efecto secundario habitual también tienden a destruir las bacterias normales o saludables que viven en nuestro organismo. Como consecuencia, es común que se presenten náuseas, diarreas y candidiasis vaginales en el caso de la mujer.
Como ya descubríamos en un artículo anterior en el que conocíamos cuáles son los mitos sobre la gripe y el resfriado, aún hoy día es muy común que muchas personas piensen que los antibióticos ayudan a curar gripes y resfriados, así como cualquier otro tipo de infección vírica. De hecho, es igualmente habitual tomar antibióticos sin prescripción médica. Sin embargo, ambas cuestiones son un completísimo error que pueden afectar gravemente a nuestra salud.
¿Por qué? Muy sencillo: los antibióticos no curan gripes ni resfriados, fundamentalmente porque son solo útiles contra las bacterias. Es decir, no son útiles ni adecuados para tratar infecciones causadas por virus, de manera que su consumo en caso de infección viral en absoluto la mejorará.
Los riesgos de tomar antibióticos contra infecciones causadas por virus (gripes, resfriados…)
Destruye bacterias saludables de nuestro cuerpo
Lejos de mejorar la infección vírica si optamos por consumir antibióticos con el fin de tratar una gripe, un catarro o un simple resfriado supondría un riesgo para la salud, porque los antibióticos destruyen las bacterias saludables que se encuentran en nuestro organismo de forma natural, de ahí que su consumo sea solo temporal, en las dosis recomendadas por el médico y nunca en exceso.
La consecuencia es evidente: es muy común que al seguir un tratamiento médico a base de antibióticos por unos días empecemos a sentir sus efectos secundarios, como por ejemplo diarreas, náuseas y malestar digestivo. En el caso de las mujeres puede aumentar el riesgo de candidiasis vaginal.
Por ello los antibióticos siempre están contraindicados a menos que exista una infección bacteriana asociada.
Causa resistencia bacteriana
Médicamente es conocida con el nombre de resistencia bacteriana, y básicamente consiste en que las bacterias se vuelven resistentes a antibióticos específicos. O, lo que es lo mismo, en los últimos años han aumentado los casos de infecciones bacterianas que se han hecho resistentes a los medicamentos.
En este sentido el problema es igual de evidente: luego los antibióticos no funcionarán más contra las bacterias que se han hecho resistentes. Más aún, nuestro organismo se queda sin defensas naturales con las que hacer frente a una posible infección bacteriana.
Ocasiona la aparición de muchos efectos secundarios
A no ser que en realidad exista una infección bacteriana asociada, y que el médico nos haya prescrito su consumo (bajo unas dosis y por un tiempo determinados), debemos siempre evitar el consumo de antibióticos porque causan muchos efectos secundarios:
- Diarrea: aparece cuando el antibiótico perturba el balance normal de nuestra flora intestinal, y una bacteria anaeróbica conocida con el nombre de Clostridium difficile tiende a proliferar.
- Candidiasis vaginal: es una afección muy común en las mujeres que consumen antibióticos, ya que estos fármacos tienden a alterar la microbiota vaginal. Causa irritación vaginal, picazón, ardor, dolor, irritación y una especie de flujo blanquecino o blanco grisáceo con apariencia similar a grumos.
- Debilitamiento del sistema inmunológico: como consecuencia de la destrucción de bacterias saludables especialmente presentes en nuestra flora bacteriana.
Por todo lo indicado, la recomendación es evidente: el consumo de antibióticos debe ser solo específico, cuando exista una infección bacteriana, y hayan sido prescritos por el especialista médico, así como consumidos bajo su supervisión y seguimiento.
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