La temperatura interior de nuestro cuerpo en condiciones normales es de unos 37ºC. Por encima de dichas cifras, tiende a considerarse que la temperatura corporal se ha elevado, de forma que es común pensar que si la temperatura en la axila no supera los 37ºC, no se tiene fiebre.
A diferencia incluso de lo que puede llegar a pensarse, la fiebre es una respuesta natural de nuestro organismo que no debe alarmar. Y no debe hacerlo porque es un mecanismo de defensa que el organismo pone en marcha para impedir el desarrollo de los virus o bacterias generadoras de la infección.
No obstante, aunque sea considerado como una respuesta natural del organismo es conveniente vigilar su evolución, de manera que entre los mejores tratamientos que existen, guardar reposo es uno de los más recomendables.
En lo que se refiere a las causas de la fiebre, nos encontramos sobretodo con la acción de agentes externos, como es el caso de virus, bacterias, hongos, algunos fármacos, reacciones inmunes o las hormonas, entre otros.
En relación a los tratamientos contra la fiebre, es habitual la prescripción de antibióticos como una forma médica supuestamente óptima de tratamiento. Pero ¿hasta que punto es beneficioso?.
Descubre: Por qué aparece la fiebre y por qué sube por la tarde y noche
¿Es adecuado tomar antibióticos contra la fiebre?
Teniendo en cuenta que la fiebre es siempre un mecanismo de defensa natural de nuestro organismo, y que uno de los tratamientos más recomendados es el de guardar reposo absoluto, muchas personas dudan sobre el beneficio o la eficacia del consumo de antibióticos contra la fiebre.
Lo cierto es que el uso frecuente de antibióticos para tratar cualquier infección solo se convierte en un perjuicio para la salud natural de nuestro organismo, dado que se destruyen células sanas junto con los microorganismos atacados, y luego se facilita futuras colonizaciones de virus o bacterias.
Además, una fiebre constantemente suprimida tiende a disminuir con el paso del tiempo la capacidad natural de respuesta de nuestro organismo. Lo que a su vez influye en esos procesos infecciosos de repetición sobre los que te hablábamos en el párrafo anterior.
Por tanto, nos encontramos con que tomar antibióticos contra la fiebre puede estar recomendado cuando esté prescrito su consumo por parte de un profesional médico. Es fundamental evitar el abuso de antibióticos, sobretodo tomarlos por nuestra cuenta, dado que poco a poco pueden ir perdiendo su eficacia.
Lo aconsejable siempre es seguir el consejo de nuestro médico, teniendo en cuenta que el consumo habitual de antibióticos –lejos de ser beneficioso- sólo resulta negativo para nuestra salud, especialmente sin la debida prescripción y control médico. ¿Por qué? Te lo explicamos a continuación.
¿Cuándo no es adecuado tomar antibióticos aunque tengamos fiebre?
Es evidente que tanto un virus como una infección por bacterias puede ocasionar una respuesta de nuestro organismo que haga que la temperatura del cuerpo aumente, y que por tanto surja la fiebre. Como te hemos explicado, la fiebre no es más que un mecanismo natural de defensa del organismo, cuando nuestras defensas se encuentran «luchando» contra alguna infección.
Es más, como nos preguntábamos en la introducción de la presente nota (¿Es efectivo y ayuda a bajar la fiebre?) debemos tener en consideración que el antibiótico no es un antitérmico, como por ejemplo sí lo es el paracetamol.
Pero debemos tener siempre presente algo fundamental: el hecho de tener fiebre no significa necesariamente que tengamos que tomar antibióticos, dado que los antibióticos son solo útiles ante infecciones causadas por bacterias. Al contrario, cuando tomamos antibióticos sin necesitarlo (por ejemplo, ante una infección causada por un virus) estamos cometiendo un grave error, puesto que podemos hacer que esas bacterias terminen por hacerse resistentes al tratamiento antibiótico, y luego, cuando necesitemos tomarlos, no nos hagan el mismo efecto.
Es un problema al que se enfrentan la mayoría de autoridades sanitarias, y que advierten y alertan los médicos, ante el incremento en el consumo de antibióticos por parte de pacientes que en realidad no los necesitan.
Comentar