Hay muchos trastornos y patologías que pueden enfermar al higado. Pero este órgano no solo puede “enfermarse” por la existencia de determinadas enfermedades (concebidas y entendidas como tales), sino incluso por hábitos alimenticios y de vida que se sigan con cierta habitualidad. Por ejemplo, el consumo regular de alcohol o seguir una dieta rica en grasas pueden ser dos de los mayores enemigos de este órgano tan importante.
Es decir, para que el hígado se enferme o se vuelva tóxico no es necesario sufrir algunas de las enfermedades y patologías que más comúnmente afectan a este órgano, como puede ser el caso de la hepatitis o la cirrosis. Determinados hábitos pueden influir en la aparición de otros trastornos relacionados, como por ejemplo ocurre con el hígado graso, el cual tiene relación tanto con el consumo habitual de alcohol como por el sobrepeso y la obesidad. Mientras que la inflamación del hígado puede aparecer como consecuencia del consumo regular de determinados medicamentos.
Precisamente cuando hablamos de un hígado enfermo no solo nos estamos refiriendo a la presencia de un hígado enfermo por alguna patología o trastorno, sino también por su propia toxicidad.
Los signos que indican la presencia de un hígado enfermo o tóxico
Trastornos y problemas digestivos
El hígado es uno de los órganos encargados de la digestión, cuya función principal es la de metabolizar las grasas y forma parte del proceso de desintoxicación de nuestro organismo. Por ello, cuando el hígado se encuentra enfermo se producen trastornos digestivos.
Entre los síntomas más comunes podemos mencionar sobre todo la aparición de distensión abdominal e hinchazón que aparece después de haber comido. Por otro lado, aunque la persona siga una dieta de adelgazamiento y practique ejercicio físico no es capaz de bajar de peso.
Fatiga crónica y/o sensación de estar continuamente cansado/a
Nos encontramos ante uno de los síntomas más comunes. Cuando una persona tiene el hígado enfermo o sobrecargado suele despertarse todas las mañanas sin energía, como si no hubiera descansado nada por la noche.
Por ello suele relacionarse mucho con la fatiga crónica, porque hasta que la salud del hígado no se restaure y se mejoren sus distintas funciones, siempre tenderemos a sentirnos cansados aún a pesar de haber descansado y dormido debidamente. La sensación de letargo es muy habitual, lo que se une a la aparición de tristeza y depresión, como veremos a continuación.
Trastornos y problemas emocionales
Cuando nuestro estado anímico varía de un tiempo a otro y no existen causas reales sobre este cambio (como por ejemplo cuando nos encontramos tristes por determinadas circunstancias de la vida, preocupados por algunas situaciones que nos estresan o por épocas estacionales como ocurre con la primavera o el otoño) debemos pensar en la posible existencia de toxicidad hepática.
Y es que ¿sabías que la salud de nuestro hígado influye decisivamente en nuestro estado emocional?. Por ello cuando el hígado se encuentra enfermo es habitual que, como indicábamos anteriormente, nos sintamos sin energía, más deprimidos, aletargados y tristes.
Elevación de transaminasas
Las conocidas como transaminasas son unas enzimas que encontramos en el hígado, concretamente en el interior de las células hepáticas que permiten a nuestro cuerpo la transformación de determinadas sustancias.
Por ello son parámetros útiles para descubrir si el hígado está o no enfermo, ya que unos valores elevados de transaminasas en la sangre pueden ser un indicativo de daño o enfermedad hepática.
Recuerda que lo más recomendable es saber cómo desintoxicar el hígado, y sobre todo tratar de depurar el hígado al menos una vez por año. Son las mejores opciones para restaurar su salud y ayudarle a que pueda llevar a cabo con normalidad todas sus funciones tan importantes. Por otro lado, la realización de una analítica sanguínea regular es otra opción ideal para descubrir si nuestro hígado se encuentra o no enfermo.
Imágenes | iStock / KellyB. (Flickr)
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