El hígado es uno de los órganos fundamentales para nuestro organismo, de manera que sin él simplemente no podríamos seguir viviendo. De hecho, sólo basta con echar un vistazo a las funciones del hígado para percatarnos realmente de la grandísima diversidad de funciones en las que participa. Por ello también existen muchos padecimientos que pueden llegar a afectarle: higado graso (acumulación de grasa de forma excesiva), hepatitis, consumo de alcohol o de medicamentos, así como otras enfermedades graves.
Estos trastornos y patologías, que afectan al hígado en mayor o menor medida, pueden causar diferentes síntomas, como por ejemplo la inflamación del hígado (o hepatomegalia), así como la aparición de ictericia, lo que se deriva sobre todo de la presencia de bilirrubina alta en sangre. De hecho, cuando existe hepatomegalia es debido a que el hígado ha crecido de tal manera que sus bordes tienden a superar sus límites y pueden causar determinadas molestias, siendo posible sentir el borde inferior de este órgano por debajo del borde de las costillas (cuando originalmente no es posible sentirlo, a no ser que se tome una respiración profunda).
Eso sí, debemos tener en cuenta que en muchos casos el que pueda o no ser sentido sin la existencia de enfermedad hepática se debe sobretodo a las estructuras adyacentes. De ahí que el especialista médico se deba plantear si su hallazgo se debe realmente a una verdadera hepatomegalia.
El tamaño del hígado depende fundamentalmente de la condición física de la persona, así como de la edad que ésta tenga. Esto significa que no es el mismo tamaño para un niño que para una persona adulta. En término medio, el tamaño es de aproximadamente entre 25 a 28 centímetros por 15 centímetros en sentido anteroposterior, y 8 centímetros de espesor a nivel del lóbulo derecho.
También existen otros factores que pueden influir en su tamaño, como por ejemplo la existencia o no de acumulación de grasa, el consumo de alcohol…
Dentro de unos parámetros considerados como normales es posible que el especialista médico diagnostique la existencia de un hígado inflamado o agrandado, cuando éste se encuentra por encima de esos valores normales.
¿Cómo saber el tamaño del hígado?
La mejor forma de saber cuál es el tamaño del hígado, así como de analizar y descubrir su estado (apariencia, presencia o no de grasa acumulada, existencia o no de cirrosis, si está o no inflamado…), es a partir de una ecografía abdominal, un medio diagnóstico sencillo y simple que destaca por ser no invasivo, y que permite estudiar tanto al hígado como a otros órganos de forma segura y eficaz. Destacan para conocer el tamaño hepático la ultrasonografía o la gammagrafía.
También existen otras técnicas útiles, como pueden ser la percusión. La percusión consiste en realizar ligeros golpes sobre la superficie del cuerpo, utilizando para ello el dedo índice o medio de una mano y golpear luego con el dedo de la mano que se encuentra sobre él. La palpación también es otra de las técnicas, aunque no es tan eficaz porque se sabe que a nivel poblacional es normal palpar el hígado aún sin existir antecedentes de enfermedad hepática.
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