Se puede definir a la cirrosis hepática como una afección que afecta directamente al tejido del hígado del portador debido a una serie de enfermedades crónicas. Según la OMS (Organización Mundial de la salud) alrededor de 30.000 personas fallecen en todo el mundo debido a esta enfermedad que afecta a uno de los órganos más importante de nuestro cuerpo.
Una de las patologías más convencionales a la hora de sufrir cirrosis en el hígado es justamente la presencia de fibrosis, que no es otra cosa que el depósito de nódulos a través de todas las paredes del hígado, algo que después entorpece el correcto funcionamiento del hígado y por ende a todos los procesos de síntesis y depuración de cualquier nutriente.
¿Qué es la cirrosis en el hígado?
Podríamos definirla como la consecuencia final de enfermedades del hígado crónicas, las cuales acaban por causar la disminución progresiva de las funciones del hígado, así como la pérdida de su propia arquitectura normal.
De hecho, cualquier enfermedad o patología que ocasione la inflamación del hígado de manera crónica puede llegar a producir cirrosis, sobre todo con el paso de los años. Cuando aparece, puede ser irreversible si no se trata rápidamente y se evita que el hígado siga sufriendo daños.
¿Cuáles son sus causas?
Como indicábamos, la principal causa es la presencia de fibrosis. Así mismo, las causas de las cirrosis se pueden dar por multitud de circunstancias que iremos desgranando a continuación: En primer lugar, y la más común de todas ellas, es el consumo excesivo de alcohol de forma continuada que provoca la que se conoce como “Cirrosis hepática de Laennec”.
También existe otra enfermedad del hígado muy común, conocida con el nombre de higado graso, más común de lo que se piensa porque aunque existe una variante causada por el consumo de alcohol, no siempre su presencia está relacionado.
En segundo lugar, esta enfermedad también puede aparecer provocado por una hepatitis que ha terminado por volverse crónica (en especial en el caso de la causada por virus C), u otras enfermedades metabólicas congénitas como la hemocromatosis o enfermedad de Wilson.
En el caso de la hepatitis, tal y como se constató en el año 2006, los virus que la causan (B y C principalmente) tienden a ser una causa habitual de cirrosis y/o cáncer de hígado.
Principales tipos
¿Sabías que existen distintos tipos de cirrosis en el hígado? Dependen directamente de la causa subyacente que haya ocasionado su aparición. Las más comunes según los especialistas de la Clínica Mayo son las siguientes:
- Cirrosis alcohólica: Es una de las más comunes, causada por un consumo excesivo de alcohol, y prolongado en el tiempo.
- Hepatopatía grasa no alcohólica: Lo que popularmente se conoce como hígado graso o esteatosis hepática. La presencia de grasa en las células del hígado causa fibrosis.
- Cirrosis por hepatitis: Es la causada por la hepatitis vírica, ya sea por hepatitis B o C.
- Cirrosis biliar primaria: Causada por un fallo del sistema inmunológico, el cual ataca a las distintas células que revisten las vías biliares.
- Cirrosis biliar secundaria: Aparece como consecuencia de la obstrucción crónica de las vías biliares.
- Cirrosis criptogénica: Se diagnostica cuando médicamente se desconoce qué es lo que causa la fibrosis.
- Colangitis esclerosante primaria: Se produce por la obstrucción de las vías biliares tras hincharse.
Es evidente que la cirrosis alcohólica es considerada como una de las más comunes, fundamentalmente por el consumo de alcohol tan arraigado hoy día en nuestra sociedad, incluso entre los más jóvenes (cada vez la edad en la que se comienza a tomar alcohol es más temprana).
Síntomas
La cirrosis puede provocar todo tipo de síntomas en aquellas personas que la sufren. Y lo peor de todo es que se irán agravando mientras que esta enfermedad se siga desarrollando con el paso del tiempo. De ahí que sea muy importante tratarla en la mayor brevedad posible:
- Ictericia. Es el más común. La piel se vuelve amarillenta, como consecuencia de que el hígado no es capaz de eliminar la bilirrubina de la sangre con normalidad.
- Cambios en la piel. Son comunes la aparición de dilataciones vasculares, en especial en las mejillas, brazos y tronco.
- Náuseas y vómitos. Como el hígado no es capaz de funcionar a pleno rendimiento debido a la cirrosis, es muy probable que aparezcan todo tipo de cuadros de náuseas y vómitos.
- Pérdida de peso. La cirrosis puede hacer que la persona en cuestión vaya perdiendo peso de forma paulatina. Esto se debe a que el hígado no es capaz de absorber de manera correcta los nutrientes de los alimentos.
- Retención de líquidos. Son comunes los edemas (acumulación de líquido en extremidades inferiores) y la ascitis.
- Hipertensión portal. La cirrosis también puede provocar signos más graves como la hipertensión porta. Esta enfermedad consiste en un aumento de la presión sanguínea en la vena porta, que es justamente la que conecta el hígado con el intestino y el bazo.
- Sangrados. Dado que el hígado falla es común el sangrado por la nariz o encías.
- Cáncer de hígado. Por último, también cabe destacar que si no se trata la cirrosis a corto plazo, esto puede derivar en un claro caso de cáncer de hígado.
Entre las pruebas que habitualmente se realizan para el diagnóstico de la cirrosis en el hígado podemos mencionar dos de las más comunes: la ecografía abdominal (que permite visualizar el estado del hígado), y la biografía del hígado (que consiste en tomar una pequeña muestra del hígado y analizarla en el microscopio).
Por otro lado, no hay duda que la principal complicación de la cirrosis es la insuficiencia hepática y, en definitiva, el mal funcionamiento del hígado que puede derivar en complicaciones mayores y muchísimo más graves. Además, se sabe que las personas con cirrosis tienen un riesgo mayor de sufrir cáncer de hígado, como se demostró en un estudio publicado.
¿Cómo se puede evitar? Prevención
Solo queda acabar este artículo para hablar de las distintas formas de acabar con la cirrosis. Hacemos hincapié que es de suma importancia tratarla con la mayor brevedad posible para que así la evolución no se vaya agravando. Para ello, habrá que tener en cuenta el siguiente tratamiento:
- Reducir de manera drástica el consumo del alcohol. El alcohol es una de los grandes “enemigos” del hígado y una de las causas principales por las que puede aparecer la cirrosis. Por ello, es obligatorio reducir de manera tajante el consumo de alcohol si deseamos evitar que su evolución empeore.
- Llevar una vida saludable en general. Para un correcto funcionamiento del hígado, lo mejor que puede hacer el paciente es llevar una dieta sana y equilibrada en todos los sentidos. Tampoco debe abusar de alimentos demasiado picantes o salados. De esta forma, seguro que la cirrosis irá remitiendo poco a poco.
- Mejorar el flujo de bilis. Esto se realizará a través de una de endoscopia con el que se mejorará el flujo de esta sustancia a través de todos los vasos sanguíneos del hígado. Así se conseguirá que este órgano pueda funcionar de manera más efectiva.
- Trasplante de hígado. En ocasiones, la cirrosis ha llegado a un nivel tan avanzado, que no quedará otra opción que realizar un trasplante de hígado. Para esta situación, lo mejor es ponerse en contacto con el médico de cabecera para que así actúe en consecuencia.
- Martínez-Esparza, Tristán-Manzano, Ruiz-Alcaraz, García-Peñarrubia (2015). Inflammatory status in human hepatic cirrhosis. World J Gastroenterol. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26556984
- Estimate of hepatocellular carcinoma’s incidence in patients with alcoholic cirrhosis (2018). J Hepatol. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/30092234
- Detlef Schuppan y Nezam H. Afdhal (2008). Liver Cirrhosis. Lancet. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2271178/
Actualizado: 13 de agosto
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