Conforme nuestro hijo va creciendo van apareciendo nuevas etapas que hemos de ir enfrentando, pero sin duda la que más nos asusta es la adolescencia. Esa etapa donde ellos se están abriendo al mundo, conociendo nuevas opciones y evitando en exceso los lazos familiares anteponiendo a sus amistades. Son más independientes y obviamente no podemos controlar todo lo que hacen, lo que prueban y todas las decisiones que toman.
Las drogas sin duda son una de las mayores preocupaciones, ya que es algo prohibido y lo prohibido atrae. Aparecen entonces las preocupaciones: ¿Mi hijo se droga? ¿Qué hago? ¡Estamos perdidos! Es en este punto donde muchas veces los padres metemos la pata, pues empleamos estrategias no muy adecuadas para conocer la verdad y relajarnos.
Algunos ejemplos podrían ser: invadir su espacio personal, rebuscar entre sus cosas, crear interrogatorios, hablar con sus amigos… Este tipo de acciones nos separan más de nuestros hijos y por tanto obtendremos el efecto contrario de lo que intentamos prevenir.
Información y educación
Ya desde la escuela existen programas de prevención de drogas donde se les explica a los alumnos cuáles son los tipos de drogas (legales e ilegales), sus características y los efectos negativos de su consumición.
Estos programas tienen un efecto más informativo que preventivo, porque muchos alumnos sí que serán sensibles a estas informaciones pero muchos otros simplemente lo verán como charlas educativas y exageradas.
Desde casa se educa mejor. Con esto no queremos infravalorar la educación que se recibe en las escuelas acerca de estos temas. Pero si educamos en casa, a parte de que la educación es individualizada y adaptada a las necesidades exactas de nuestro hijo, podremos incidir poco a poco y a lo largo del tiempo con mucho más efecto que una charla aislada en la escuela.
Desde pequeños debemos de hacerles conscientes de la existencia y consumo de drogas, no debemos de ocultar esta parte de la realidad de nuestro hijo, eso sí, adaptándonos siempre a su edad y a su comprensión.
Poner ejemplos sin miedo y aprovechar los contenidos que aparecen en la televisión para aumentar la comprensión de este es el mejor de los métodos. Las charlas formales y serias hacen que nuestro hijo pierda la atención, siempre es mejor tratar estos temas de forma transversal a lo largo de su día a día.
La comprensión frente a la prohibición
Hemos de ser conscientes de que nuestro hijo adolescente es curioso y le gusta probar nuevas sensaciones y emociones. Es algo normal, solo necesitamos mirar un poco hacia nuestro pasado para recordar cómo éramos y qué era lo que nos motivaba. Mostrar empatía hacia nuestro hijo, no solo mejorará nuestras relaciones sino que como consecuencia aumentaremos la confianza y la comunicación familiar.
Responder a sus grandes problemas como pueden ser “Hoy se rieron de mis zapatillas rojas porque no son de marca” con un “eso son chorradas de niños y olvídate de que te compre otras”, solo nos aleja de él.
Esto no significa que debamos comprarle unas zapatillas nuevas, sino que intentemos llegar a su nivel de preocupación, lo escuchemos, lo entendamos y le ofrezcamos ayuda. Obviamente para un adulto que posee mayores preocupaciones y problemas más complejos, este simple hecho puede resultarnos hasta gracioso, pero hemos de recordar que nuestro hijo sufre con ellos y por tanto debemos de estar ahí para él.
Sin embargo, si decidimos que la prohibición del consumo de drogas a través de amenazas y enfados es nuestra solución, lo único que lograremos es que en el caso de que esta situación le esté afectando a nuestro hijo nunca seamos conscientes. Él lo ocultará y se volverá más introvertido, evitará contar más de lo necesario y se sentirá solo y sin apoyos, algo que puede empujarlo aún más hacia estos comportamientos peligrosos.
La prevención
Las edades de mayor riesgo para la consumición de drogas es de los 14 a los 20 años, por tanto, antes de estas edades los niños han de estar informados y conocer sus opciones alternativas.
La práctica de deporte y alimentación sana le aportará siempre una visión de ir en contra de su propia salud en el momento en el que decida tomar drogas.
También, si fomentamos una autoestima positiva y hacemos que nuestro hijo tenga “las cosas claras”, la presión social de sus amigos ante la posible incitación hacia el consumo de drogas no será tan determinante como la de un adolescente inseguro.
Conoce a los amigos de tu hijo. Antes de juzgar y culpar a sus amigos ante un posible caso de “coqueteo” con las drogas, invítalos a casa, permite que hagan reuniones y cenas todos juntos. De esta forma, si están en un ambiente controlado, las situaciones de descontrol se reducirán.
Establece reglas y normas que han de ser cumplidas. Deja que tu hijo salga y se divierta, no le impidas ser autónomo, pero eso sí, hazle consciente de que “en casa todos cumplimos una serie de normas para mejorar la convivencia”. Un ejemplo podría ser establecer una hora razonable de llegada a casa y si esta norma no es cumplida en algún momento se llevará a cabo el consecuente castigo (del que previamente él debe haber sido advertido).
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