Tenemos a nuestro adolescente delante y consideramos que por fin hemos de hablarle del sexo. Pero, ¿cómo comenzamos la conversación? ¿Cuál sería el momento apropiado? ¿Debemos estar ambos progenitores o solo aquel que es del mismo sexo? Todas estas preguntas tienen una rápida contestación: ya es tarde.
Si tu hijo es adolescente y aún no has hablado de sexo con él, ya es tarde, probablemente él haya investigado y se haya formado muchos falsos mitos a través de sus amigos, internet o deducciones propias. A los niños hay que hablarles de sexo desde que son lo suficientemente mayores para comprender y auto-preguntarse acerca de su propia sexualidad.

Está demostrado que aquellos niños que están más familiarizados con el sexo mantienen relaciones sexuales más tardías, tienen menor número de parejas y más estables y toman las debidas precauciones.
¿Cómo hablar con mi hijo de sexo?
En primer lugar olvida todos aquellos estereotipos que muchas películas nos han metido en la cabeza: nada de charlas largas y serias empleando un vocabulario técnico. No, nada de eso.
En segundo lugar tienes que estar atento a las señales que muestra tu hijo hacia la curiosidad y descubrimiento de su sexo y del de los demás para de forma natural aclararle algunos términos, evitar confusiones y situaciones inapropiadas. No necesitas prepararte las charlas, simplemente, cuando lleguen las preguntas responde de forma honesta adaptándote a la edad de tu hijo.
Adaptando nuestras explicaciones a nuestro hijo
Ya a la edad de los 2 o 3 años los niños ya auto-descubren su propio sexo y se interesan por el de los demás. Quieren y necesitan saber por qué ellos son niños o niñas y qué los diferencia. Cómo son físicamente esas diferencias.
Obviamente, a estas edades no podemos explicarles la biología y funcionamiento de los genitales pero sí que podemos ayudarles a categorizar lo que es un pene y una vagina. A través de cuentos donde se vean genitales podemos enseñarles cómo son.
Y olvidar los eufemismos con los que llamamos a los genitales: nada de pipi, chichi, pajarito…, no, se llama vagina y no hay que crear confusiones. Un ejemplo claro: si un pajarito vuela y está en los árboles, ¿por qué tengo yo un pajarito allí abajo?.

A la edad de los 3 y 4 años llega siempre una pregunta clave: ¿de dónde vienen los niños?. A estas edades los términos de concepción de un bebé son incomprensibles, simplemente bastará un: “de la barriguita de mamá”.
Atrás queda la cigüeña o los regalitos que llegan del cielo. Hay que ser conscientes de que ellos verán esa confusión a lo largo de su infancia. Por ejemplo, si a los niños los trae la cigüeña, ¿por qué mamá se pone gordita y se la llevan al hospital? Este tipo de preguntas llevará a otras más complejas e ilusorias de responder y al final papás y niños se perderán en la respuesta.
A los 5 o 6 años las preguntas se vuelven más complejas, a más entendimiento más curiosidad. ¿Cómo se hacen los bebés? Nuestro hijo ya sabe de dónde nacen los bebés, pero claro, ¿cómo llegan hasta allí? ¿Los meten cuando son grandes? ¿Quién los pone?.
En esta etapa nos vale con que el niño entienda que un bebé se forma a través de la mezcla de células de mamá y papá. Dejaremos claro que papá tiene células que se llaman espermatozoides y que cuando se unen con la célula de mamá que se llama óvulo crean un bebé. No hemos de adelantar información que no se nos está preguntando y cada niño desarrolla la curiosidad a edades diferentes.
De los 7 a los 9 ya nuestros hijos tienen cierta autonomía a la hora de ver sus dibujos, juegos y películas y tendrán acceso a muchos tipos de imágenes y grabaciones. En este caso preguntarán cómo se realiza la concepción, es decir, cómo papá introduce sus células en mamá.
¿Cuál es el proceso? En este caso la respuesta es concisa, solo tendremos que explicar físicamente el hecho de la penetración del pene en la vagina como necesidad para el proceso de reproducción.
A partir de los 11 años ya comienzan los cambios pre-púber y de la pubertad en sí mismos. Su cuerpo está cambiando y las preguntas se volverán más específicas. Nunca debemos de obviar las preguntas, porque si no las contestamos nosotros alguien lo hará y los resultados pueden ser devastadores.

Lo que sí que hay que dejarles claro es que cuando dos personas realizan el acto sexual es por que se quieren.
Algunos temas que no debemos olvidar cuando hablamos con nuestros hijos adolescentes son: los métodos anticonceptivos, las posibilidades de quedarse embarazada, la protección ante las enfermedades de transmisión sexual.
Debemos de crear confianza para que en el momento que tengan cualquier duda o se encuentren en una situación comprometida acudan a nosotros como padres y podamos guiarles al igual que hacemos en los demás aspectos de su desarrollo.
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