La hipertensión arterial puede llegar a convertirse en un problema serio para la salud, especialmente cuando se cronifica o cuando, en definitiva, tiende a mantenerse elevada a largo plazo.
Ello es debido a que puede llegar a afectar a los riñones, al hígado y al corazón, llegando a debilitar estos importantes órganos necesarios para la vida.
En este sentido, se diagnostica hipertensión arterial cuando existe una presión sanguínea mayor de 130-139/85-89 mm Hg (sistólica/diastólica).
No obstante, también nos podemos encontrar con la hipotensión, una condición igualmente anormal que aparece cuando se produce en la persona una disminución de presión de unos 30 mm Hg (en relación a su presión habitual), o presión sistólica menor a 90 mm Hg.
Por todo ello, es preciso y necesario conocer las diferencias de la hipotensión y la hipertensión.
Diferencias entre la hipertensión y la hipotensión
Como hemos visto, la hipotensión se caracteriza por la aparición de una presión sanguínea menor de lo considerado como normal (120/80 mm Hg). En este sentido, es diagnosticada cuando, en el individuo, se produce una disminución de presión de unos 30 mm Hg por debajo de su presión habitual, o bien una presión sistólica menor a 90 mm Hg.
Asimismo, la hipertensión se caracteriza por la existencia de una presión sanguínea generalmente mayor de 130-139/85-89 mm Hg (sistólica/diastólica).
Consecuencias de la hipertensión y la hipotensión
Es preciso conocer que tanto la hipertensión como la hipotensión pueden ser graves a largo plazo, ya que afectan al corazón, riñones y hígado.
También la hipotensión puede afectar al Sistema Nervioso Central y a las arterias periféricas.
Por todo ello, es preciso acudir al médico ante cualquier síntoma, el cual nos ayudará a rebajar los niveles en caso de hipertensión, y a subirlos en caso de hipotensión (conoce cómo prevenir la hipotensión).
Imagen / sundesigns
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