En lo que a la alimentación se refiere es común encontrarnos con mitos y creencias que en realidad están equivocadas y no son ciertas. Pero sin embargo, a pesar de ello, aún hoy día se siguen repitiendo continuamente a pesar de no ser verdaderas.
En la mayoría de las ocasiones se tratan de planteamientos que antaño se pensaban reales, pero que luego con el paso de los años, sobre todo tras realizarse investigaciones y estudios con el fin de demostrar o no su realdad, se han demostrado equivocados.
Por poner solo algunos sencillos ejemplos, hace algunos años se creía que el aceite de oliva era en realidad un producto poco recomendado para nuestra salud, no siendo aconsejable su consumo habitual porque supuestamente se pensaba que aumentaba nuestros niveles de colesterol en la sangre.
Sin embargo, tras estudiarse de manera concienzuda sus distintos efectos en nuestro cuerpo, se ha demostrado prácticamente lo contrario: no solo no sube el colesterol (en especial el colesterol LDL o malo), sino que ayuda a reducirlo a la vez que aumenta el colesterol HDL o bueno. Es más, hoy en día se aconseja tomar 1 cucharada de aceite de oliva al día.
Lo mismo ocurre con el huevo. Hace décadas se pensaba que consumir huevo aumentaba el colesterol, mito que provenía del hecho de que un huevo de tamaño medio contiene en torno a 186 mg. de colesterol (equivale a un 62% del consumo diario recomendado).
Pero distintos estudios han demostrado que comer 3 huevos al día no supone ningún peligro para una persona sana, mientras que los niveles de colesterol LDL y colesterol total tiende a no cambiar, o bien aumenta ligeramente.
En esta ocasión ocurre lo mismo con la fruta; o casi mejor dicho, con el hecho de comer fruta de postre. ¿Es cierto que la fruta fermenta si la comemos luego de las comidas? Se trata de otro mito, pero ¿qué hay en realidad de cierto en ello?.
¿Es cierto que la fruta fermenta en el estómago?
Está muy extendida la idea de que no es adecuado comer la fruta después de la comida, no porque engorde o nos ocasione un aumento de peso, sino porque se cree que ésta tiende a fermentar en nuestro estómago.
Pero se trata de un mito completamente erróneo: la fruta no fermenta en nuestro estómago, aunque la tomemos después de comer (o antes).
¿Por qué? Muy sencillo: nuestro estómago es un órgano que presenta la forma de un saco elástico donde los alimentos que hayamos ingerido tienden a mezclarse junto con los jugos gástricos, de manera que la fruta no podría fermentar por el hecho de que ésta no queda separada del resto de alimentos.
Esto significa que la fruta no puede fermentar en nuestro estómago independientemente de que la comamos antes o después. A no ser, claro está, que se padezca algún tipo de obstrucción intestinal. Pero en este caso ocurriría con prácticamente cualquier tipo de alimento.
Es más, ¿sabías que comer la fruta sola entre las comidas puede aumentar el riesgo de sufrir molestias digestivas por la producción de gases? Por ello es muy aconsejable comer la fruta de postre en la comida o en la cena.
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