Desde hace años se vienen realizando diferentes investigaciones y estudios científicos que pretenden constatar cuáles son en realidad los efectos de las pruebas de rayos X en la salud, y sus riesgos tanto la exposición a dosis bajas como la exposición a cantidades masivas.
De esta forma, se sabe que aunque la exposición a dosis bajas de rayos X a las que las personas nos exponemos cada día no son perjudiciales, la exposición a cantidades altas puede producir efectos negativos en la salud, como por ejemplo quemaduras en la piel, caída del cabello, esterilidad, náuseas, cataratas, cáncer y en situaciones más graves la muerte. Por ello tampoco se aconsejan cuando la mujer esté embarazada, porque puede provocar defectos en el nacimiento y retraso mental en el bebé.
No obstante, lo cierto es que los rayos X son sobretodo útiles para detectar enfermedades del esqueleto o de los tejidos blandos (por ejemplo, en caso de neumonía, edema pulmonar, abscesos o cáncer de pulmón).
Recientemente se ha llevado a cabo en Estados Unidos un estudio por parte de investigadores de la Universidad de California Davis, sobre tendencias en el uso de tomografías computarizadas de rayos X (TC) en niños, encontrándose que la reducción de exploraciones innecesarias, y disminuir la dosis para exploraciones de dosis más altas de la tomografía computarizada reduce un 62% el riesgo de cáncer.
La investigación ha sido publicada en la edición digital de JAMA Pediatrics, y pudo constatar que las dosis de radiación ionizante de estas pruebas tienden a ser mucho más altas que las radiografías convencionales completas, estando en rangos relacionados con un mayor riesgo de cáncer.
Teniendo en cuenta que los niños tienden a ser más sensibles a la carcinogénesis inducida por radiación, a la vez que presentan muchos más años de vida para desarrollar el cáncer, el uso de la TC en pediatría debería sólo estar justificado, no siendo recomendable la realización de pruebas innecesarias.
Imagen | Thirteen Of Clubs
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