Todos hemos tenido sed en alguna ocasión, incluso más de la considerada como normal desde un punto de vista saludable. ¿Por qué? Principalmente porque cuando sentimos sed significa que ya es demasiado tarde; es decir, que nuestro cuerpo se encuentra deshidratado y que debemos hidratarnos rápidamente para que nuestros órganos no se resientan.
Por ello es siempre importantísimo tener a mano un vaso de agua o una botella con agua, y sobre todo tratar de beber líquidos cada cierto tiempo, sin que la sed aparezca. No obstante, tampoco es aconsejable beber sin que nuestro cuerpo lo pida, ya que podría producirse lo que se conoce como hiperhidratación, que consiste en un envenenamiento por agua.
Explicado de forma más o menos sencilla podemos definir a la deshidratación como el estado que ocurre cuando nuestro organismo no tiene tantos líquidos y agua como debiera. Es decir, es la alteración tanto del agua como de las sales minerales en el plasma del cuerpo, ya sea por falta de ingestión de líquidos o por un exceso de eliminación de agua.
¿Por qué aparece la deshidratación?
Varias pueden ser las causas que ocasione la aparición de la deshidratación en nuestro organismo. Por ejemplo, puede surgir si perdemos demasiada cantidad de líquido, si no tomamos la suficiente cantidad de agua o líquidos, o bien por ambas situaciones.
Dicho esto, debemos tener en cuenta que nuestro organismo puede perder demasiados líquidos como consecuencia de la práctica de ejercicio físico excesivo y/o con calor, por diarrea o vómitos o por fiebre. Determinadas enfermedades también pueden influir en que los síntomas de la deshidratación aparezcan, por ejemplo si orinamos demasiado, como ocurre con la diabetes no controlada.
El consumo de algunos medicamentos pueden ser también una causa de aparición de la deshidratación. Los diuréticos son los más importantes en este sentido, ya que pueden provocar que orinemos en mayor cantidad.
Por otra parte, también podemos no ingerir la suficiente cantidad de líquidos que tenemos dolor de garganta, sentimos náuseas o nos encontramos enfermos (lo que a su vez influye en que no tengamos tantas ganas ni de comer ni de beber).
¿Cuáles son los signos de la deshidratación?
Antes de descubrir los signos de la deshidratación debemos tener en cuenta que existen tres tipos de deshidratación, que depende de la cantidad de líquido corporal que se haya perdido o que no haya sido repuesta: la deshidratación leve, moderada o grave (esta última es muy peligrosa, dado que puede llegar a ser potencialmente mortal).
- Los síntomas de la deshidratación leve y moderada: sensación de sed, boca seca o pegajosa, no tenemos ganas de orinar mucho y cuando lo hacemos la orina es oscura, sentimos calambres musculares y dolor de cabeza, y la piel está fría y seca.
- Los síntomas de la deshidratación grave: latidos cardíacos rápidos y respiración igualmente rápida, mareos o desvanecimiento, confusión o irritabilidad, piel arrugada y seca, no orinar casi nada o la orina de color ámbar o amarilla muy oscura, ojos hundidos, apatía, irritabilidad y confusión, shock, delirio e inconsciencia.
Es común que la presión arterial este más baja de lo normal, las puntas de los dedos se pueden mostrar blancos y no retornar al color rosado cuando los presionamos, y si pellizcamos la piel en el lugar donde forman pliegues ésta tarda en estirarse de inmediato, regresando mas lentamente a su lugar.
Es evidente que el síntoma más importante y que aparece en primer lugar es la sed. Por tanto, en cuanto comenzamos a sentir sed la clave está en beber líquidos, poco a poco y a pequeños sorbos. Pero cuidado, no vale cualquier líquido: es fundamental el agua o las bebidas isotónicas (como la limonada natural), y se deben evitar los refrescos y las bebidas azucaradas.
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