¿Cuántas veces te has preguntado acerca de la salud de tus riñones? Y de ser así, ¿qué medidas has tomado para proteger, cuidar o depurar tus riñones?. Lo cierto es que no tendemos a preocuparnos tanto sobre ellos como lo hacemos por otros órganos, como por ejemplo es el caso del corazón o del hígado, hasta que alguna afección o enfermedad comienza a causar los primeros síntomas. Un buen ejemplo son los dolorosos cólicos ocasionados por los tan temidos cálculos renales. Pero lo cierto es que en la mayoría de los casos la enfermedad renal cursa de forma muy lenta, casi sin apenas síntomas.
En el caso particular de los riñones consisten en dos órganos con apariencia de frijol o habichuela, que encontramos situados en la parte posterior de la cavidad abdominal, concretamente justo por encima de la cintura.
¿Su tamaño? Suelen alcanzar normalmente alrededor de 13 centímetros de largo y 8 centímetros de ancho. Y entre sus funciones más importantes destacan precisamente por ser los órganos responsables de eliminar los desechos de nuestro organismo, los cuales provienen en realidad del metabolismo normal de todos aquellos alimentos que ingerimos.
¿Qué es la enfermedad renal? ¿En qué consiste?
Desde un punto de vista médico la enfermedad renal es conocida con el nombre de nefropatía. Su evolución es en cierto sentido variable, dado que puede afectar bruscamente la función de los riñones o muy poco, mientras que en otros casos puede no tener curación y el daño tiende a seguir su curso, o incluso llegar a recuperarse parte o prácticamente toda la función.
Médicamente la nefropatía se refiere a la enfermedad, al daño o a la patología presente en el riñón, anteriormente conocida con el nombre de nefrosis.
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Sobre sus síntomas, es cierto que ya que los riñones trabajan mucho y de manera constante con el fin de compensar problemas capilares, la realidad es que la enfermedad renal suele no producir síntomas hasta que toda la función renal casi ha desaparecido. Es más, de aparecer sus signos no son tan específicos, siendo el más habitual la acumulación de líquidos (retención de líquidos). Es lo que ocurre, por ejemplo, con las enfermedades renales crónicas, que no causa síntomas en etapas tempranas.
Pero si se trata de una enfermedad renal aguda sus síntomas sí que son evidentes: sangre en la orina, acumulación de líquidos, aumento de la presión arterial y respiración difícil o dificultosa.
Consejos para la prevención de las enfermedades renales
Cuidar la alimentación
Seguir una alimentación variada y equilibrada es fundamental para cuidar nuestros riñones y prevenir cualquier enfermedad renal. Son ideales los alimentos frescos muy ricos en agua, vitaminas y minerales. Entre los más adecuados podemos mencionar los arándanos, el melón, la sandía, el apio, los espárragos y las berenjenas.
También es importantísimo seguir una dieta baja en proteínas, dado que aunque son fundamentales para nuestro organismo (deben conformar entre un 10 a un 35% de las calorías diarias), un consumo excesivo exige a nuestros riñones un esfuerzo extra para su eliminación, en especial si son proteínas de origen animal.
Por tanto, es aconsejable reducir las proteínas de origen animal y no excedernos en su consumo.
Reduce el consumo de sal
Solemos echarle sal a cada plato que comemos, sobre todo cuando lo estamos preparando en la cocina. Si a eso le añadimos que los alimentos que consumimos cada día ya tienden a contener la cantidad de sodio que nuestro organismo requiere y necesita al día, la realidad es clara: consumimos cantidades excesivas.
El resultado es que el sodio ocasiona un esfuerzo extra a los riñones, que de mantenerse en el tiempo puede afectar de forma muy grave a su buen funcionamiento. Por ejemplo, un exceso de consumo de sodio puede influir en la aparición de hipertensión arterial.
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Controla los niveles de glucosa y la presión arterial
¿Sabías que un elevado nivel de glucosa en la sangre causa que los riñones filtren mucha sangre? Se trata de un trabajo adicional que puede afectar a los pequeños vasos sanguíneos (capilares) que actúan como filtros, por lo que con el paso de los años se pierde proteína en la orina (microalbuminaria), y puede causar la aparición de una nefropatía.
Si tienes diabetes es vital mantener controlados los niveles de glucosa en la sangre, dado que seguir un control estricto de la glucosa reduce en un tercio el riesgo de perder proteínas en la orina.
Lo mismo ocurre con la hipertensión arterial. Lo fundamental es tratar de mantener siempre la presión sanguínea por debajo de 130-139/85-89 mm Hg (sistólica/diastólica), dado que una tensión arterial alta es un riesgo para la salud, especialmente si la presión arterial no se controla dado que puede causar que los riñones se enfermen hasta producir una insuficiencia renal crónica.
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