Los ganglios linfáticos son unas pequeñas estructuras con forma oval y encapsuladas que encontramos intercaladas en el largo trayecto de los vasos linfáticos. En ocasiones se disponen bastante dispersos a lo largo de nuestro cuerpo, pero en determinadas zonas se agrupan en un número muchísimo mayor; es lo que ocurre, por ejemplo, con zonas como las de la ingle, el cuello o las axilas. En su interior fluye la linfa, concretamente en sus trabéculas fibrosas. En lo que se refiere a sus funciones principales, seguramente sabrás que los ganglios linfáticos actúan como un auténtico sistema de barrera contra las infecciones, ya que son capaces de actuar como una especie de filtro capaz de destruir microorganismos y toxinas.
Aunque la forma en que sabemos que nuestro organismo se está defendiendo de una infección es a partir de la inflamación de los ganglios, cuando ese agrandamiento no se debe a alguna causa conocida concreta o cuando sigue agrandado durante varias semanas es habitual que nos preocupen sus posibles causas, ya que el agrandamiento de un ganglio puede ser debido a una simple gripe, una amigdalitis o la propia mononucleosis infecciosa, hasta por causas más graves como por ejemplo un linfoma no Hodgkin, la enfermedad de Hodgkin y la leucemia.
Por todo ello, la clave está en observar las características de ese ganglio y acudir rápidamente al médico cuando éste permanece agrandado más de 2 semanas sin que exista una causa aparente. En este sentido, por ejemplo, nos referimos a causa aparente a que por ejemplo hemos estado resfriados o agripados y también hemos sufrido infección de garganta, lo que en muchas ocasiones causa el agrandamiento de alguno de los ganglios situados en el cuello.
Lo mismo sucede, por ejemplo, frente a una mononucleosis infecciosa cuya recuperación puede ser lenta y tardar alrededor de un mes. O a algo tan simple como un dolor de muelas causado por una infección local. Es más, después de una infección vírica o bacteriana aún cuando ya estemos curados el ganglio puede permanecer agradado durante un mayor periodo de tiempo, sin que evidentemente ello signifique nada grave.
¿Los ganglios pueden doler?
Aunque no lo creas, los ganglios linfáticos pueden llegar a doler, especialmente cuando se presenta una inflamación súbita usualmente como consecuencia de una determinada lesión o infección. En la mayoría de las ocasiones el dolor en los ganglios linfáticos es un indicativo de infección o afección inflamatoria. ¿Por qué? Principalmente porque los ganglios se inflaman rápidamente en las primeras etapas en que nuestro sistema inmunológico lucha contra la infección.
En este sentido, suele ser común que el dolor sea súbito y se produzca justamente después de sentir que el ganglio ha aumentado de tamaño. Este dolor puede aumentar cuando por ejemplo nuestro médico nos ausculta y analiza sus características cuando lo intenta mover y lo toca.
Por lo general, el dolor en los ganglios linfáticos desaparece en un par de días con y sin tratamiento médico. Pero como te indicábamos anteriormente, aún cuando los ganglios linfáticos ya no duelan es posible que no retornen a su tamaño normal durante varias semanas después de que la infección haya sido curada.
¿Debo preocuparme?
Como manifiestan muchos médicos, la adenopatía dolorosa indica generalmente un proceso infeccioso subyacente. Es decir, esta infección súbita ocasiona una rápida distensión de la cápsula que se torna dolorosa. Es más, raramente es debido a necrosis en un ganglio metastásico.
No obstante, el dolor no es un buen criterio discriminatorio que ayude a sospechar entre benignidad y malignidad, por lo que cuando existen dudas –ante cualquier otro síntoma sospechoso- es necesario realizar más pruebas. En este sentido, cuando el agrandamiento de un ganglio linfático es gradual e indoloro (es decir, crece a lo largo de varias semanas y no duele), sí puede ser el resultado de un cáncer o de un tumor.
¿Qué síntomas pueden alertar de algo peligroso?
Como te indicábamos en las líneas anteriores, un dolor en los ganglios es algo normal y habitual, sobre todo cuando existe un proceso de origen infeccioso que haya originado la inflamación del citado ganglio, al producirse una distensión rápida de la cápsula, la cual ha sido tan súbita que se vuelve dolorosa.
En cualquier caso, a diferencia de lo que erróneamente se piensa, aunque en la mayoría de las ocasiones el dolor de ganglios es un posible indicativo de la existencia de una infección, no se trata de un buen criterio discriminatorio que pueda ayudar a saber si se trata de un proceso benigno o maligno.
Por este motivo, existen dos síntomas o signos vitales que se convierten en señales de alarma:
- Agrandamiento del ganglio gradual y progresivo.
- Agrandamiento del ganglio de manera indolora. Es decir, no duele.
Sea como fuerte, ante cualquier otro síntoma, o ante un ganglio que se agranda sin existir una infección evidente (por ejemplo en las zonas cercanas al mismo), es conveniente acudir siempre y rápidamente al médico.
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