El sistema inmunológico de nuestro organismo es un complejo sistema formado por distintas estructuras, vísceras y órganos que trabajan en consonancia con un fin: proteger a nuestro cuerpo frente a las agresiones externas de agentes infecciosos (tanto virus como bacterias), y en algunos casos también participan directamente en diferentes funciones de importancia como por ejemplo actuar como filtro de la circulación sanguínea o participar en el transporte y en la absorción de los nutrientes. Es el caso del bazo, formado por células –sobre todo por linfocitos- y por sangre que encontramos en el abdomen a la derecha del estómago.
Los ganglios (conocidos a su vez médicamente como ganglios linfáticos) también forman parte de nuestro sistema inmunológico. Consisten en estructuras pequeñas, ovales y encapsuladas que encontramos intercaladas en el trayecto de los vasos linfáticos, en ocasiones bastante dispersos a lo largo de nuestro cuerpo y en algunas zonas se agrupan en mayor número (es lo que ocurre con zonas como el cuello, las axilas y la ingle). En su interior nos encontramos con unas trabéculas fibrosas a través de las que fluye la linfa.
Entre las funciones de los ganglios más importantes, actúan como una barrera contra las infecciones siendo capaces de actuar como un filtro eficaz capaz de destruir toxinas y microorganismos.
¿Dónde encontramos ganglios en nuestro cuerpo y cuáles son palpables?
Lo cierto es que encontramos ganglios linfáticos a lo largo de todo nuestro organismo, algunos de ellos accesibles a la palpación médica y otros no, siendo solo visibles cuando se realizan determinadas pruebas médicas (como ocurre con los ganglios situados cerca de órganos internos). Incluso en aquellas zonas donde sí son palpables es posible que por su tamaño pequeño en condiciones normales puede ser complicada su palpación.
Los que sí son fácilmente accesibles son los situados en el cuello, en la nuca, en las axilas y en la ingle. Pero precisamente dependiendo del lugar presentarán un tamaño normal distinto, y una forma diferente. Por ejemplo, los ganglios situados en la nuca presentan forma de lenteja y su tamaño suele ser de 0,5 centímetros, mientras que los que encontramos en la ingle son mucho más alargados y miden en torno a los 1,5 centímetros en condiciones normales.
La inflamación de un ganglio linfático: sus principales causas
Aunque siempre tendemos a pensar en una única causa, como por ejemplo es la infección vírica o bacteriana, lo cierto es que en realidad los ganglios linfáticos pueden llegar a inflamarse por muchas causas. En la mayoría de las ocasiones es debido sobre todo a causas banales y sin mucha importancia que desaparecen transcurridos unos días. Sin embargo, en otros momentos su causa es muchísimo más grave, y puede ser debido a la existencia de un cáncer. Por ello ante la inflamación de un ganglio linfático es necesaria la observación, de forma que cuando el ganglio permanece agrandado durante más de 2 semanas sin una causa aparente es necesaria la valoración del médico urgente.
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Podemos resumir las causas principales por las que se inflama un ganglio en el siguiente apartado:
- Infecciones comunes: como es el caso de gripes, amigdalitis y resfriados.
- Infecciones víricas: mononucleosis infecciosa, citomegalovirus, sarampión, VIH y rubeola.
- Infecciones bacterianas: salmonelosis, tuberculosis y sífilis.
- Otras infecciones: toxoplasmosis, leismaniosis o malaria.
- Enfermedades reumáticas: lupus eritematoso sistémico o artritis reumatoide.
- Enfermedades autoinmunes: lupus, sarcoidosis o síndrome Kawasaki.
- Linfomas malignos: leucemia, enfermedad de Hodgkin o linfoma no Hodgkin.
Los ganglios linfáticos también pueden inflamarse por el consumo de determinados medicamentos, como por ejemplo captopril, atenolol, alopurinol, hidantoína, perclorato o cotrimoxazol.
Las características de los ganglios que hay que tener en cuenta
Existen algunas características de los ganglios que son muy útiles a la hora de descubrir si nos encontramos o no ante un ganglio normal, inflamado o patológico. Estas principales características son las siguientes:
- Tamaño: los ganglios con menos de 1 centímetro de diámetro son considerados normales. Debemos tener en cuenta que los situados en la ingle pueden llegar a medir hasta 1,5 centímetros. Cuando el tamaño es superior a 4 centímetros debe realizarse una biopsia, al igual que ocurre ante la presencia de ganglios encima de la clavícula (son siempre patológicos).
- Movilidad: los ganglios inflamados de origen infeccioso y los infiltrados por linfomas tienden a ser movibles fácilmente, mientras que los infiltrados por metástasis tienden a ser fijos estando adheridos a planos profundos.
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- Consistencia: cuando la causa de la inflamación es infecciosa los ganglios suelen presentar consistencia blanda, los ganglios con consistencia firme son habituales en el linfoma, y los de consistencia dura son comunes en las metástasis de cáncer.
- Localización: dependiendo del lugar donde el ganglio se haya inflamado puede ayudar a conocer cuál es la causa teniendo en cuenta qué área anatómica es la que drena dicha cadena ganglionar.
- Dolor: es habitual la aparición de dolor en los ganglios cuando se produce una inflamación como consecuencia de un proceso infeccioso, no siendo tan común en caso de necrosis debido a una metástasis.
Ante cualquier inflamación de un ganglio es necesario observar su evolución a lo largo de los días, de forma que ante un tamaño superior a los 4 centímetros o ante la presencia de un ganglio inflamado que se agranda sin ninguna causa aparente o que no reduce su tamaño después de 2 semanas es importantísimo acudir al médico.
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