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Qué es la psoriasis, síntomas, causas y tratamiento

La psoriasis es una enfermedad crónica de la piel, que afecta a más personas de lo que piensas. Descubre en qué consiste, qué lo causa, cómo se diagnostica y cuál es el tratamiento más adecuado.

De las distintas enfermedades y patologías que pueden afectar a la piel, la psoriasis se convierte casi sin duda alguna en una de las más populares, no solo precisamente por conocida, sino por ser una de las que más afecta a una amplia cantidad de personas.

De hecho, se estima que la psoriasis afecta a alrededor de entre un 2 y un 3% de la población mundial, mientras que en España se calcula que puede afectar a alrededor de un millón de personas. Se cree que tiene una prevalencia mayor en hombres que en mujeres.

Psoriasis

¿Qué es la psoriasis?

La psoriasis es una enfermedad crónica de la piel, cuyo principal síntoma es la descamación y la inflamación de las partes de la piel afectadas, lo que ocasiona a su vez la aparición de hinchazón, calentamiento, coloración y dolor.

Cuando no existe ningún tipo de problema que afecte a la piel, con regularidad las distintas células de la piel tienden a crecer desde las capas más profundas, subiendo a la superficie lentamente. Estas células se reemplazan de manera constante, de manera que las células muertas presentes en la superficie terminan por ser eliminas. Es lo que se conoce como renovación celular, y habitualmente tarda alrededor de un mes.

Sin embargo, cuando existe psoriasis, la renovación celular se produce en apenas unos poquísimos días, de manera que las células cutáneas nuevas tienden a subir muy rápido, terminando por acumularse en la superficie.

Como resultado de ello, y tal y como veremos en el apartado destinado a conocer cuáles son los síntomas más comunes de la psoriasis, termina por formar placas y parches de piel gruesa, enrojecida y con presencia de escamas de apariencia plateada. Son estas placas las que precisamente pueden producir picor y dolor.

En qué consiste la psoriasis

¿Cuáles son sus causas?

Se sabe a ciencia cierta que la psoriasis empieza en el sistema inmunitario, a partir de los linfocitos T, unas células blancas presentes en la sangre fundamentales para proteger el organismo contra las infecciones y las enfermedades.

De hecho, cuando existe psoriasis, los linfocitos T tienden a activarse de manera indebida, ocasionando la activación de otras respuestas inmunitarias, lo que produce un rápido reemplazo celular de la piel y hinchazón.

Aunque puede presentarse prácticamente a cualquier edad y es mucho más común en la edad adulta (especialmente en la quinta década de la vida), cuando se da en jóvenes ocurre sobre todo en aquellos individuos con antecedentes familiares, en especial entre los 16 a los 20 años de edad. 

En cualquier caso, como ya indicábamos, la psoriasis tiende a aparecer en forma de brotes, por este motivo las personas que la padecen pueden observar cómo su piel mejora en ocasiones y otras veces empeora. Entre los factores que pueden influir en ese empeoramiento podemos mencionar los siguientes: 

  • Estrés, nerviosismo y tensión psicológica.
  • Infecciones crónicas, ya sean víricas o bacterianas.
  • Cambios en el clima que tienden a resecar la piel.
  • Exceso o disminución de exposición solar.
  • Consumo de determinados medicamentos, como es el caso de litio, betabloqueantes o fármacos antipalúdicos.
  • Sobrepeso y obesidad.
  • Cambios hormonales.
  • Consumo excesivo de bebidas alcohólicas.

Causas de la psoriasis

¿Cuáles son los síntomas de la psoriasis?

El principal síntoma de la psoriasis es la aparición de parches o manchas enrojecidas en la piel, que con el paso del tiempo tendrán una apariencia escamosa, siendo habitual que surjan alrededor de la zona afectada pequeñas protuberancias.

Estas lesiones pueden ser de pequeño tamaño o sin embargo extenderse y ocupar grandes áreas. No obstante, es común que éstas se localicen en diferentes zonas o partes del cuerpo, aunque lo más habitual es encontrarlas en el cuero cabelludo, extremidades y la espalda.

A diferencia de lo que erróneamente se piensa, la psoriasis no es contagiosa.

Tipos de psoriasis

Dependiendo de la forma como se manifieste la psoriasis podemos diferencias distintos tipos, a partir de la clasificación que se basa en la gravedad, en la forma y en el patrón de las citadas escamas:

  • Psoriasis de placas o común: es la más habitual, afectando a alrededor del 80% de los casos. Sus síntomas incluyen la aparición de manchas y placas de color rojizo en cuero cabelludo, tronco, brazos y piernas y también en los genitales.
  • Psoriasis eritrodérmica: afecta a la mayor parte del cuerpo. Ocasiona un enrojecimiento muy agresivo.
  • Psoriasis en gota: se manifiesta como manchas de tamaño pequeño, enrojecidas en el cuero cabelludo, tronco y extremidades. Aparece sobre todo en niños, y es común que surja después de una faringitis por estreptococos.
  • Psoriasis pustular: es muy poco común. Se caracteriza por la aparición de áreas de la piel enrojecidas que terminan por dar lugar a ampollas con pus (pústulas). Es más doloroso.
  • Psoriasis inversa: no surgen escamas, causando solo inflamación y enrojecimiento, presentándose además en axilas, ingles, mamas, nalgas y en los pliegues de los genitales.

Tratamiento para la psoriasis

¿Cómo se diagnostica?

Dado que en ocasiones los síntomas tienden a parecerse mucho a los que surgen en otras enfermedades de la piel, es posible que la psoriasis sea difícil de diagnosticar, especialmente cuando se trata de un caso leve.

No obstante, cuando los síntomas son evidentes el diagnóstico se apoya precisamente en los signos clínicos. Es común que el médico examine las lesiones, prescribiendo un tratamiento adecuado.

Pero puede ser posible la realización de una biopsia cutánea, que consiste en la extracción de una muestra de tejido de la piel y su posterior análisis al microscopio.

Tratamiento

El tratamiento de la psoriasis busca principalmente mejorar y disminuir los síntomas, así como prevenir las posibles infecciones que puedan llegar a producirse a partir de los brotes:

  • Sustancias de uso tópico: en especial cremas y lociones con antralina o hulla, con cualidades humectantes, retinoides, queratolíticos, corticoides tópicos y champús anticaspa.
  • Fototerapia: basado en la exposición controlada a la luz ultravioleta (UVA o UVB).
  • Medicamentos y fármacos sistémicos: por ejemplo, fármacos con vitamina A o vitamina D, inmunomoduladores, metrotrexato o medicamentos biológicos.

C.Pérez

Escribo sobre ciencia, salud y nutrición desde hace 11 años. ¡Ah! Y también papá a tiempo completo con 4 años de experiencia.

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