Algunas personas suelen tener una preocupación constante a las enfermedades y a la muerte, surgiendo miedo frente a determinadas situaciones de la vida que suelen estar relacionadas con ello. A veces, todos nos hemos sentido preocupados frente a una enfermedad pero no por ello hemos desarrollado hipocondría.
El límite entre tener o no esta patología queda difuso, y es el médico y el profesional de la psicología el que debe determinar si debe tratarse. Te contamos cómo saber si se es hipocondríaco y cuáles son sus causas.
Qué es la hipocondría
El Consejo General de la Psicología de España establece que algunas de las características comunes de las personas que sufren hipocondría son la preocupación constante a padecer una enfermedad grave.
Esto se lleva a la conclusión por una hipotética interpretación personal de signos o síntomas (como puede ser un simple dolor de cabeza) que indican, falsamente, que hay una enfermedad.
Las personas hipocondríacas van al médico porque creen que están enfermos, y aunque el profesional les diga que no tienen nada, con el tiempo, van a volver a tener ciertas sensaciones de enfermedad.
A partir de aquí aparecen ciertos síntomas que dificultan la vida social de estas personas, derivando en ansiedades, depresiones y otras afecciones más graves que deben ser tratadas.
Por qué aparece: posibles causas
Las causas de la hipocondría son variables y dependen de la persona, sus miedos, su pasado, su experiencia… muchas personas afectadas ante este problema suelen haber tenido un problema anterior, como un duelo o una catástrofe que deriva en una sensación de miedo constante.
Cuando estas personas han estado durante toda su vida, especialmente en la infancia, soportando enfermedades de alguien de su familia o en su casa se ha vivido cierta represión ante determinados temas, también puede desembocar en una situación de hipocondría.
Los pacientes suelen asociar una enfermedad a una experiencia traumática al percibir síntomas bastante parecidos a los ya sufridos anteriormente.
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Otras personas simplemente no tienen experiencias desagradables pasadas pero, por naturaleza, suelen ser negativos y preocupados de forma general. El estrés, malas relaciones en el trabajo o en la vida social pueden desencadenar a situaciones hipocondriacas aunque no haya relación anterior aparente a esta.
Normalmente, aunque hay excepciones, la hipocondría suele empezar en la edad adulta, fruto de experiencias desagradables vividas anteriormente. Además de haber vivido en primera persona la enfermedad grave o muerte de un ser querido, o de tener periodos de gran estrés, el hipocondríaco también suele establecer síntomas cuando se habla mucho de una enfermedad en los medios.
Entonces suelen asociarlo a algún afección que hayan podido tener alguna vez (un lunar, un dolor de cabeza fuerte, un mareo…) pensando que tienen esta enfermedad.
Síntomas de la hipocondría
La preocupación y el miedo son los principales y primeros síntomas que se manifiestan en las personas que sufren hipocondría. Posteriormente, esto se traslada a una ansiedad constante sobre síntomas de poca importancia y normales que el enfermo ve como algo no normal.
Tales síntomas se asocian a los de una enfermedad grave, aunque no es así. El miedo irracional a morir se convierte en una tónica constante en el hipocondríaco. La obsesión es también otro factor y síntoma importante, mientras que algunas personas dudan de los chequeos y diagnósticos de los médicos, creyendo que les engañan y no les dicen que están enfermos.
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Otros síntoma común es la búsqueda de información sobre su “supuesta” enfermedad, comprobando que si tiene algunos de los síntomas que se describen relacionados con ella. Con esto, el enfermo se autoexamina constantemente, comprobando si tiene fiebre, si le salen lugares en el cuerpo o si tiene la presión alta o baja.
Aunque algunos pueden estar, otros síntomas son totalmente exagerados. De manera que los hipocondriacos suelen aquejarse de diversos síntomas generales, como los dolores de estómago, de cuello o espalda, tener palpitaciones constantes, sudoración en las manos, sequedad en la boca, falta de aliento, nerviosismo continuado, pero a la vez estar más cansado de lo normal por el estrés que supone estar todo el día autoexaminándose.
También tienen mareos y dolores en el pecho. Síntomas que suelen salir en periodos de estrés y ansiedad.
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