La apendicitis es, casi con total probabilidad, una de las causas más comunes de cirugía de emergencia que se realizan en hospitales de prácticamente todo el mundo. Aunque por lo general no suele revertir gravedad, se trata de una de las afecciones que más preocupan a muchas personas, especialmente por las repercusiones que para la vida podría suponer el hecho de que no sea diagnosticado -y tratado- a tiempo.
El motivo que lleva a la preocupación tanto de médicos como especialmente de pacientes viene de que no siempre presenta unos síntomas o signos claros, de forma que en ocasiones tiende a confundirse con otras alteraciones (como trastornos digestivos o incluso ginecológicos) que retrasan el diagnóstico, el cual de hecho debe realizarse lo más rápidamente posible.
Es más, el problema que desde un punto de vista médico ocasiona la apendicitis no es la propia inflamación del apéndice en sí mismo, sino que el cuadro evolucione hasta tal punto que ocasione una peritonitis, que sí supone un gran riesgo para la vida de la persona que lo sufre.
Es decir, cuando el apéndice termina por necrosarse y tiende a pudrirse en el interior del abdomen, pudiendo incluso afectar al resto de órganos del sistema digestivo.
Como su propio nombre indica, básicamente la apendicitis consiste en la inflamación del apéndice. El apéndice lo encontramos al comienzo del intestino grueso, concretamente en la zona inferior derecha del abdomen. Presenta una forma característica que recuerda a la apariencia que posee una lombriz, y su color es por lo general rosado cuando no se encuentra inflamado.
En su interior encontramos muchos folículos linfoides pertenecientes al sistema inmunológico, y aunque muchos especialistas coinciden en señalar que no tiene una función en sí misma en nuestro organismo, lo cierto es que investigadores de la Duke University Medical Center descubrieron hace algunos años que sí posee una función básica: albergar bacterias que componen la flora intestinal, haciendo posible que determinados microbios puedan crecer y así controlar y estimular la acción de nuestra flora.
¿Qué es la peritonitis?
El peritoneo consiste en una membrana compuesta por dos capas (una externa y otra interna) que envuelve la mayor parte de los órganos que encontramos situados en nuestro abdomen. Es muy delgada y sólida, y recubre la superficie externa de todos los órganos situados en la cavidad abdominal: páncreas, hígado, estómago, bazo, colon, intestino delgado…
Su función principal es la de proteger a los órganos del abdomen frente a cualquier tipo de infección, mientras que por el otro permite que éstos se deslicen por la cavidad abdominal.
Por tanto, la peritonitis consiste en la inflamación del peritoneo. No solo puede ser causado por la inflamación del apéndice y su posterior infección (aunque en realidad es una de las causas más comunes y habituales), sino por traumatismos, otras infecciones, o por la presencia de irritantes químicos (como la bilis o los jugos pancreáticos e intestinales).
¿Cuáles son los síntomas y signos de la peritonitis?
Dolor abdominal
Es el más habitual, común y evidente. Generalmente se trata de un tipo de dolor intenso, que empieza bruscamente. La localización donde este dolor aparece depende directamente de la causa que haya ocasionado la inflamación, de manera que cuando la infección avanza el dolor suele afectar a todo el abdomen, generalizándose.
No obstante, en el caso de una peritonitis causado por apendicitis, es común que exista intenso malestar general, acompañado de dolor intenso que se alivia mínimamente cuando la persona permanece tumbada, evitando ciertos movimientos.
De hecho, es común que el dolor tienda a a desplazarse hacia la parte inferior derecha del abdomen y concentrarse en un punto situado sobre el apéndice, empeorando al caminar, hacer movimientos rápidos o toser.
También es común la aparición de rigidez de la pared del abdomen. Es decir, el abdomen se nota y se siente especialmente duro, y cuando se realiza una maniobra de descompresión aparece un intenso dolor.
Fiebre
Dado que el proceso causado por la apendicitis tiende a ser más brusco y rápido (en 24-36 horas el cuadro puede evolucionar a peritonitis), es común que la temperatura elevada supere los 38ºC.
En cualquier caso, cuando la apendicitis no cursa a peritonitis lo habitual es que en las primeras horas de evolución no aparezca fiebre alta, situándose entre los 37,5ºC y los 38ºC.
Mareos y vómitos
Después del comienzo del dolor abdominal tiende a surgir malestar general, mareos y vómitos. A estos síntomas se le une la pérdida del apetito, convirtiéndose así en lo que médicamente se conoce como la «triada clásica de síntomas de la apendicitis»: dolor abdominal, vómitos y pérdida del apetito.
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