Es bastante probable -de hecho es casi totalmente seguro- que en algún momento hayas sufrido su presencia. Esa sensación desagradable de tener el abdomen hinchado y lleno, con punzadas que en ocasiones pueden resultar muy dolorosas. Son los gases o flatulencias, los cuales pueden ser de origen gástrico (es decir, surgen sobre todo en el estómago y son aquellos que eliminamos mediante eructos) o intestinal (lo que médicamente se conocen como gases intestinales, los cuales tienden a ser expulsados a través de la vía anal).
En este sentido, debemos entender la aerofagia como la mezcla de gases intestinales que son expulsados por el ano, y que producen tanto el sonido como el olor característicos. Vulgarmente son conocidos como pedos, y también pueden ser denominados con el nombre de flatulencias.
Los síntomas que ocasionan los gases y las flatulencias tienden a ser tremendamente característicos. En la mayoría de los casos causan hinchazón, inflamación estomacal o intestinal, dolor de estómago y/o abdominal, sensación de pesadez y en muchas ocasiones unas dolorosas punzadas.
Las principales causas de los gases y las flatulencias
Comer determinados alimentos
Aunque no lo creas, existen determinados alimentos que provocan la aparición de gases, los cuales se caracterizan por ser muy ricos en hidratos de carbono complejos (en especial oligosacáridos como por ejemplo la inulina).
Los oligosacáridos son carbohidratos complejos resistentes a la digestión, de forma que pasan al intestino delgado prácticamente sin haber sido modificados. Cuando alcanzan el intestino grueso las bacterias presentes en él se alimentan de ellos produciendo una abundante cantidad de gases. Es lo mismo que ocurre con la intolerancia a la lactosa, como veremos en un próximo apartado.
Entre los alimentos que habitualmente causan gases podemos mencionar los siguientes:
- Alimentos ricos en carbohidratos complejos: habichuelas, lentejas, garbanzos, alubias, maíz, batatas y pasta.
- Vegetales: alcachofas, pepinos, rábanos, coliflor, repollo, brécol, cebolla, espárragos, pimiento verde y nabos.
- Frutas: pera, ciruelas, manzana y uvas.
- Hongos: champiñones.
- Cereales: avena.
- Frutos secos: castañas y uvas pasas.
- Jugos de frutas: los jugos con mucho contenido en azúcar, como el jugo de uvas.
Intolerancia a la lactosa
Es considerada como una de las intolerancias alimentarias más comunes y habituales. La lactosa es un azúcar que encontramos presente en todas las leches de los mamíferos, conocida habitualmente como el azúcar de la leche.
Cuando existe intolerancia a la lactosa no hay suficiente lactasa (una enzima producida en el intestino delgado) no es capaz de romper toda la lactosa consumida, pasando al intestino grueso digerida parcialmente o incluso no digerida, donde las bacterias presentes la consumen y la descomponen, causando muchos gases.
Comer muy deprisa
Comer demasiado deprisa es otra de las causas habituales que provocan la aparición de gases. ¿Por qué? Principalmente porque al comer rápido tendemos a tragar una mayor cantidad de aire.
Además, cuando comemos de esta forma no solo comemos en exceso grandes cantidades de comida, sino también no masticamos de forma correcta los alimentos, con lo que la digestión se resiente.
Nerviosismo, estrés y ansiedad
La ansiedad, el estrés y los nervios también causan gases, especialmente cuando comemos nerviosos. ¿Por qué? Muy sencillo: cuando comemos con cierta tensión nerviosa no solo comemos rápido y no disfrutamos la comida, también comemos mal y llevamos a que nuestro sistema digestivo no haga bien la digestión.
Además, es muy común que esos nervios se acumulen en la boca del estómago, ocasionando otros síntomas relacionados como por ejemplo dolor, ardores, vómitos y náuseas.
Algunas enfermedades digestivas e intestinales
Lo cierto es que no solo nuestros hábitos alimenticios o por ejemplo sufrir demasiado estrés y ansiedad influyen en la presencia de gases en nuestro estómago o en nuestros intestinos. También determinadas enfermedades digestivas y trastornos estomacales pueden influir muchísimo en ello.
Por ejemplo, es el caso del colon irritable, enfermedad de Crohn, la diverticulitis o problemas del páncreas. Asimismo, pueden surgir ante la presencia de problemas con a flora intestinal, ya sea por la falta de enzimas digestivas o por la falta de flora intestinal.
Imágenes | ISTOCKPHOTO/THINKSTOCK
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