Tal y como manifiesta la propia Organización Mundial de la Salud, los brotes de enfermedad por el virus del Ébola tienen una tasa de letalidad que puede llegar al 90%. Y presenta una alta letalidad fundamentalmente porque, hasta el momento, no existe cura para el ébola, ni un tratamiento médico específico, ni una vacuna preventiva que ayude en la prevención del contagio. De hecho, en el caso del brote de ébola actual que afecta principalmente a algunos países de África y que comenzó a finales del pasado año, la propia OMS estima que la tasa de letalidad es del 50%.
Hasta el momento los diferentes especialistas médicos no han podido dar con una cura que sea efectiva en casos de personas infectadas con el ébola. Por ahora sólo existen tratamientos experimentales, que han sido usados en algunos de los pacientes recientemente afectados.
Este tipo de tratamientos experimentales contienen anticuerpos (proteínas que ‘luchan’ contra el virus) que han sido creados en animales infectados con ébola, y finalmente han sido extraídos de los mismos para su uso en humanos. Sobre sus resultados, mientras que algunos de los pacientes que han recibido este tratamiento experimental han sobrevivido, otros han fallecido, lo que demuestra su falta de efectividad y es una confirmación de que se debe seguir investigando.
Por tanto, en la actualidad nos encontramos con que el único tratamiento que existe es el conocido como tratamiento de soporte: se le dan al paciente fluidos con el objetivo de evitar la deshidratación, se les realiza transfusiones de sangre y/o de plaquetas con el fin de combatir el sangrado, y se les da medicamentos para el control de la fiebre. En algunos casos se les suministra suero de personas infectadas que se han curado y han sobrevivido al ébola, pero no se ha demostrado que éstos sean efectivos.
Imagen | NIAID
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