La hepatitis aguda, al igual que el resto de las demás enfermedades hepáticas, se caracteriza por la inflamación del órgano debido al ataque de un agente vírico. Si los síntomas se van agravando, esta hinchazón puede derivarse después a otros tipo de hepatitis más graves conocidos también como los “cinco virus de la hepatitis” (es decir, A, B, C, D y E).
El más común de ellos es la hepatitis A, que se puede contraer por simplemente tomar alimentos en mal estado o estar expuestos a lugares donde las condiciones higiénicas no son las más propicias, lo que ocasiona la inflamación del hígado. También la hepatitis B es otra enfermedad vírica que se puede contraer simplemente al hacerse un piercing o tatuaje. De ahí que sea muy importante acudir a un profesional cualificado si deseamos hacernos uno.
Desde un principio, la hepatitis puede ser asintomática, pero con el paso de las semanas es posible que vayan apareciendo los primeros indicios. A partir de ahí, es muy importante acudir al médico de cabecera para que haga un extenso análisis de la situación.
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Síntomas de la hepatitis aguda
Aunque en la mayoría de los casos, la inflamación irá remitiendo de manera natural sin necesidad de llevar a cabo ningún tratamiento específico. Sin embargo, no está de más conocer alguno de los síntomas más comunes por si en algún momento es necesario tratar la enfermedad:
- Dolor abdominal. Como toda la zona del hígado queda inflamada ante cualquier hepatitis, pues el paciente sufrirá un fuerte dolor en la parte superior del abdomen.
- Falta de apetito. Durante cualquier proceso de hepatitis el paciente perderá gran parte de las ganas de comer. También es posible que sienta nauseas o vómitos después de cualquier comida. Esto se puede traducir después en una pérdida de peso bastante considerable.
- Fiebre alta. La temperatura corporal también subirá hasta los 38-39 grados como mecanismo de defensa del propio organismo ante la aparición de cualquier virus.
- Desgana general y desidia. La hepatitis también puede provocar una gran sensación de desgana y dejadez por parte del paciente.
- Bilirrubina elevada. Esto es una patología que se caracteriza por el amarillamiento de los ojos o piel. ¿La razón? Pues porque se produce un aumento en la producción de bilirrubina, un componente que se va esparciendo por todo el organismo que provoca que este color tan inusual vaya apareciendo multitud de zonas del cuerpo. También se puede trasmitir después a las heces o la orina.
¿Cuál puede ser el tratamiento para la hepatitis aguda?
Al no ser una patología demasiado grave (de ahí que se llame aguda) en la mayoría de ocasiones no será necesario llevar un tratamiento muy específico. Aunque no está de más tener en cuenta una serie de recomendaciones para que la situación no derive después en otras enfermedades hepáticas más graves.
En primer lugar, se recomienda reducir de forma considerable tanto el consumo de alcohol y tabaco durante los primeros días que se sienta un dolor en la zona del abdomen.
Esto se debe a que las bebidas espirituosas más fuertes (whisky, vodka, ginebra…) pueden provocar que una simple hepatitis aguda se transforme después en una cirrosis o incluso en cáncer de hígado.
Una vez el paciente se haya puesto en las manos del médico si los síntomas no remiten en las tres primeras semanas, pues seguramente habrá que tomar una serie de fármacos más específicos. Una vez se haya superado esta enfermedad, el paciente se podrá vacunar contra la hepatitis A y B para que así no sufra más los mismos síntomas en el futuro o evitar daños en el hígado.
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