Es bastante probable que en estos momentos sepas que la salsa de soja es uno de los condimentos más antiguos que existen. De hecho nos encontramos ante un maravilloso condimento que se conoce –y se elabora- desde el final de la dinastía Zhou, cuando esta dinastía gobernó el país entre el 1050 a.C. y 256 a.C., cuando debido a la propagación del budismo –y del vegetarianismo- se hizo preciso y necesario encontrar sustitutos vegetales para condimentos que contenían carnes.
Fue así como nació la salsa de soja, y cuando también nos encontramos otra salsa diferente pero en ocasiones confundida con ésta: la salsa tamari. ¿Y por qué tienden a ser habitualmente confundidas? Fundamentalmente por su apariencia, aspecto y sabor, aunque si nos fijamos bien pronto nos daremos cuenta que la salsa tamari es algo más espesa y bastante más oscura, con un sabor algo más suave.
La salsa tamari es un condimento sumamente típico de la cocina asiática. Aunque es cierto que ambas salsas (la de soja y tamari) proceden de la fermentación de los granos de soja, la salsa de soja es elaborada con trigo, mientras que la salsa tamari se elabora exclusivamente con soja a partir del líquido que sus granos exudan cuando fermenta el miso. Es decir, podríamos decir que nos encontramos ante una salsa de soja pura, que solo es fermentada con agua y sal.
El tiempo de elaboración y fermentación de la salsa tamari es muchísimo mayor que la de soja. Y es que mientras que esta última suele oscilar entre los 6 a 12 meses, la salsa tamari fermenta de forma natural entre 18 a 24 meses.
Dado que se trata de una salsa de soja pura contiene mucho más nutrientes esenciales, entre los que podemos mencionar una mayor cantidad de hidratos de carbono, enzimas y hierro, además de aportar los 12 aminoácidos esenciales y ácido acético, el cual ayuda a inhibir la contaminación y es útil para ayudar a nuestro organismo a superar la fatiga.
Las principales características de la salsa tamari
Como te hemos comentado de forma breve en las líneas anteriores, la salsa tamari consiste básicamente en salsa de sola fermentada únicamente con agua y sal, a la que no se le añade trigo (como sí ocurre con la salsa de soja común, también conocida popularmente con el nombre de tamari-shoyu).
Por ello se trata de un condimento con un color negro más oscuro y también algo más espeso, pero sin embargo su sabor es bastante más suave. De hecho, son muchos los que consideran su aroma más acusado pero exquisito. No obstante, como ocurre con la salsa de soja, es igualmente utilizada como condimento para la cocción de pescados o carnes.
Desde un punto de vista nutricional sorprende su increíble riqueza en aminoácidos esenciales, así como por su aporte en antioxidantes naturales. Estas enzimas y aminoácidos ayudan a que nuestro sistema digestivo sea capaz de absorber mejor otros tipos de proteínas, por ejemplo las procedentes de las carnes.
Aunque no lo creas, su contenido en sal es relativamente bajo (en comparación con la salsa de soja), y muchos nutricionistas la recomiendan como un sustituto excelente de la sal en dietas de adelgazamiento.
Dado que el tiempo y proceso de elaboración de esta salsa es más costosa que la de soja común (se fermenta entre 18 a 24 meses de forma totalmente natural), en realidad son pocos quienes se animan a prepararlo en casa, de ahí que también su precio sea siempre algo mayor.
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