A lo largo del día podemos sufrir distintos dolores y molestias como consecuencia de determinadas afecciones, trastornos o enfermedades, o incluso simplemente por tener una mala postura al trabajar o estudiar. En este sentido debemos diferenciar entre dolores musculares o articulares, de aquellos producidos efectivamente por alguna patología más interna. No obstante, dependiendo de la localización puede sernos muy complicado saber diferenciarlos.
Es lo que ocurre, por ejemplo, con el dolor de riñonesy con el dolor de lumbago. Suele ser bastante común confundirlos especialmente cuando el dolor causado por los riñones no es en realidad tan agudo, intenso y fuerte como suele ser en la mayoría de las ocasiones. Y, sobre todo, esta confusión se produce porque es habitual que ambos dolores se sitúen más o menos en la misma localización.
Como de buen seguro sabrás, los riñones son dos órganos con forma de frijol no más grandes que el puño de la mano de un niño. En condiciones normales pueden medir 13 centímetros de largo por 8 centímetros de ancho. Y entre otras importantísimas funciones de los riñones se encargan de filtrar la sangre y eliminar a través de la orina todas aquellas toxinas y productos de desecho que nuestro organismo ha producido y acumulado.
De hecho ¿sabías que cada minuto pasa por los riñones alrededor de 1 litro de sangre? Es más, cada día pasan por ellos cerca de 1.600 litros de sangre, siendo capaces de depurar por completo la sangre de nuestro cuerpo cada 50 minutos.
Los riñones los encontramos situados en la espalda, concretamente debajo de la caja torácica, uno a cada lado (izquierdo y derecho). No obstante, el riñón derecho se sitúa algo más bajo que el izquierdo precisamente porque se encuentra debajo del hígado. Por ello cuando sentimos dolor en la zona de la espalda baja tendemos rápidamente a apresurarnos en el autodiagnóstico, siendo muy común equivocarnos pensando que el riñón puede dolernos cuando en realidad se trata de un lumbago o lumbalgia.
¿Dolor lumbar o de riñones?
Lo cierto es que el dolor lumbar es tremendamente frecuente y suele estar asociado con alguna patología renal, aunque también suele surgir como consecuencia de algún problema muscular.
Cuando nos encontramos ante un dolor de riñones es común que el dolor aparezca bruscamente sin haber existido antes algún movimiento o situación brusca que haya podido provocar su aparición (por ejemplo cargar demasiado peso, mantener una mala postura al sentarnos durante largo tiempo…), caracterizándose además por ser muy intenso y constante, tanto que puede llegar a causar náuseas y vómitos, además de fiebre.
Es lo que ocurre, por ejemplo, con los cólicos nefríticos, una de las causas más habituales de dolor en los riñones. Este dolor surge como consecuencia de la formación de cálculos renales –piedras en el riñón-, debido especialmente a la infección que producen en el interior del aparato urinario.
Sin embargo, el dolor de lumbago es aquel que se sitúa en la zona de la espalda baja y que empeora al agacharnos hacia adelante, dura menos de 4 semanas y se alivia con la aplicación de calor y masajes terapéuticos.
Consejos útiles para aliviar el dolor lumbar y el dolor de riñones
A la hora de seguir algunos consejos y trucos útiles para reducir los síntomas más intensos y dolorosos del lumbago o del dolor de riñones, es imprescindible tener presente que los pasos a seguir serán diferentes dependiendo de si se trata de una afección o de otra:
- En caso de dolor lumbar causado por lumbago o lumbalgia: a diferencia de lo que se piensa el reposo no es en absoluto recomendable, siendo mucho mejor tratar de mantenernos activos en la medida de nuestras posibilidades. Es necesario estimular la circulación, y para ello nada mejor que levantarnos y caminar 30 minutos cada 3 horas.
- En caso de dolor de riñones: es necesaria averiguar la casa, aunque es cierto que el dolor de riñones es mucho más fácilmente distinguible del dolor de lumbago porque tiende a ser más intenso y constante. Si por ejemplo el dolor es debido a un cólico nefrítico también es habitual que surjan otros síntomas como fiebre, náuseas y vómitos. Los analgésicos pueden ayudar a aliviar el dolor hasta que la piedra o el cálculo es expulsado.
Como vemos, aunque es común confundir ambos dolores en caso de dudas, o de síntomas muy graves e intensos, es evidente que la clave está en acudir rápidamente al médico o al centro de urgencias más cercano a donde nos encontremos.
Comentar