El corazón es el órgano encargado de bombear sangre y oxígeno a los distintos tejidos del cuerpo, es por ello, que debe palpitar entre unas 80 a 100 veces por minuto. Cuando ocurre una alteración o trastorno de esta frecuencia, hablamos comúnmente de una arritmia.
Entre los principales tipos de tipos de arritmias se encuentran: la taquicardia ocurre cuando el corazón late muy rápido y la frecuencia del ritmo cardiaco superan los valores normales de 100.
Mientras que la bradicardia sucede cuando el corazón late muy lento y la frecuencia cardiaca es menor de lo normal, menor a 80. Éste padecimiento representa latidos irregulares, desiguales o saltones.
Es importante destacar, que la frecuencia cardiaca puede variar, sin significar necesariamente un problema dependiendo del individuo y la actividad que esté realizando; un ejemplo de ello puede ser representado por el momento cuando una persona lleva a cabo algún ejercicio.
Ahora bien, si la arritmia es experimentada con severidad y sin razón aparente, podría significar que se sufre una patología más grave, además, las consecuencias podrían ser negativas a causa del déficit de bombeo de sangre al cuerpo.
¿Cuáles son las causas de la arritmia?
El corazón a lo largo de la vida realiza gran número de contracciones y dilataciones, como consecuencia de ciertos impulsos eléctricos generados por el sistema nervioso.
Las contracciones, reciben el nombre de sístole y su función es impulsar la sangre hacia el sistema circulatorio. Siendo las dilataciones producto de la diástole, responsable de relajar los músculos del corazón permitiendo la entrada de sangre.
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En éste sentido, la arritmia encuentra sus causas en ciertos cambios o fallas en los impulsos eléctricos que propician los movimientos del corazón y ocurren cuando:
- El impulso eléctrico no se genera de manera adecuada.
- El impulso eléctrico surge en un punto erróneo.
- Los caminos para la conducción eléctrica están alterados.
Igualmente la alteración del ritmo cardiaco puede experimentarse como consecuencia de diversos factores patológicos que pueda sufrir el individuo como:
- Hipertiroidismo.
- Insuficiencia cardiaca.
- Cardiopatía congénita.
- Ataques al corazón del pasado.
Así como también, pueden ser provocados por la ingesta de ciertas sustancias como:
- Cafeína, nicotina, drogas estimulantes y alcohol.
- Medicamentos recetados para la depresión
- Medicamentos para el corazón.
¿Qué síntomas presenta?
La persona que padece de arritmia puede o no percibirlo; en su mayoría, esta anomalía no presenta síntomas a menos que la persona se encuentre frente a un cuadro severo. Sin embargo, en ocasiones, puede sentirse una especie de “tropezón” o una sensación de aceleramiento muy molesto del corazón.
Entre otros síntomas, encontramos, dependiendo del grado de severidad:
- Sincope o pérdida del conocimiento.
- Palpitaciones fuertes del corazón, en situaciones normales, no percibimos los latidos.
- Dolor en el pecho producto del esfuerzo que realiza el cuerpo para estabilizarse.
- Mareos y nauseas, comúnmente se experimentan cuando hay cambios en la tensión.
- Sudoración.
- Dificultad para respirar.
¿Cuál es el tratamiento adecuado?
Eventualmente, el tratamiento puede variar, dependiendo del tipo de arritmia, las causas y las características del paciente.
Como se mencionó anteriormente, las arritmias pueden ser o no consecuencia de alguna patología grave, por ello, cuando la persona acude a algún centro asistencial de salud por presentar alteración del ritmo cardiaco como consecuencia de otras cardiopatías, el tratamiento será el que amerite dicha enfermedad. Si el cuadro clínico es de gravedad el médico podrá hacer uso de diversos recursos como:
- Terapia de shock eléctrico.
- Suministro de algún medicamento anti arrítmico.
- Implementación de un marcapasos.
Sin embargo, en el caso de la arritmia benigna, más frecuente, producto de algún cambio emocional o la realización de alguna actividad física, no se debe administrar tratamiento alguno, la irregularidad habrá desaparecido cuando cese el estímulo.
Recomendaciones básicas a tener en cuenta
- No descuidar enfermedades cardiovasculares que pueda padecer.
- Realizarse chequeos de salud con su médico de cabecera.
- Mantener un ritmo de vida sano, alimentarse de forma adecuada y practicar ejercicio con regularidad.
- Evitar situaciones de estrés.
- Realizar actividades de esparcimiento y relajación al menos dos veces por semana; siendo estas como meditar y compartir con familiares y amigos.
Está demostrado científicamente que el estrés emocional produce nefastas consecuencias a la salud del corazón, porque, puede llegar a modificar las sustancias químicas del organismo. Actualmente está relacionado con un sinnúmero de cardiopatías aumentando el riesgo de paro cardiaco.
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