La mononucleosis, conocida también médicamente con el nombre de mononucleosis infecciosa, y de manera más o menos popular como la “enfermedad del beso”, se trata de una infección causada por el virus de Epstein-Barr, que habitualmente afecta a niños y jóvenes, siendo más difícil los casos en personas adultas (probablemente porque ya la han pasado).
Sus síntomas son en realidad muy parecidos a los de la gripe, de ahí que sea común que habitualmente tiendan a ser confundidas, principalmente porque salvo casos graves (en los que exista inflamación y tamaño del hígado y del bazo), la única forma de diagnóstico certero es mediante un análisis de sangre que busca dos anticuerpos que aparecen durante o después de la infección por este virus.
Tal y como te comentábamos en una nota anterior, la clave para su prevención está en conocer cómo se transmite o contagia la mononucleosis, ya que si tenemos en cuenta que las únicas formas de contacto es mediante el contacto directo a través de la saliva (por ejemplo, mediante besos, estornudos, tos o compartir utensilios para comer o beber), las claves para prevenirla son algo más que claras.
Efectivamente, aunque no existe vacuna contra el virus Epstein-Barr como sí ocurre con la vacuna anual de la gripe, la clave en su prevención está en asegurarnos de que evitamos el contacto directo o íntimo con personas que padecen esta enfermedad. También pueden ayudar los siguientes consejos básicos de salud:
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Sigue una dieta equilibrada y balanceada, optando por alimentos ricos en nutrientes esenciales y antioxidantes.
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Practica ejercicio cada día.
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Descansa entre 7 a 8 horas cada día, lo que te ayudará a no estar cansado.
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Lava tus manos frecuentemente, sobretodo antes de comer, usando agua caliente y jabón.
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Evita compartir cubiertos, vasos y otros utensilios tanto de comida como de bebida.
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Evita compartir espacios reducidos con la persona que presenta mononucleosis, sobretodo cuando tosan o estornudan.
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Trata de toser y estornudar siempre tapándote la boca y la nariz, preferentemente en el hueco del brazo y el codo.
Imagen | mcfarlandmo
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